Las redes sociales van un paso por delante de la realidad social. Podemos ver como la comunidad hispana consume los mismos contenidos que, aunque con diferente procedencia, tienen gran aceptación a nivel global. Esto se explica porque no sólo compartimos la lengua, sino también, coincidimos en los gustos musicales, en el sentido del humor e incluso en la forma de entender la vida.
La integración hispana ya es una realidad en las redes. Y esto no ha hecho más que empezar. Aunque los hispanos estamos repartidos por muchos estados, la facilidad de la comunicación y la convergencia de intereses, muestran que estas barreras decimonónicas no son más que una reliquia del pasado que no sirven más que para lastrar nuestro desarrollo. Cuando entras en cualquier canal de YouTube en español, verás como las fronteras no existen, y que en él interaccionan ciudadanos hispanos de diferentes países, con la mayor naturalidad.
La cuestión es: ¿cómo podemos trasladar esa realidad patente en las redes a la vida real? Sin duda, este proceso avanza de forma orgánica, pero…, ¿es posible acelerarlo?
Los Estados, que disponen de todos los resortes de poder, están gobernados por políticos cortos de miras, enfrascados en los regates cortos de la política cotidiana, sin levantar la mirada hacia el futuro. ¡Qué necedad no ver las oportunidades que proporciona una Hispanidad remando en una misma dirección!
Sin duda, es el momento de la Sociedad Civil, y de los movimientos ciudadanos. El Parlamento Global Hispano tiene la posibilidad de catalizar los esfuerzos de tantas personas de uno y otro lado del océano que entendemos que una Hispanidad unida construye un mundo mejor.
Nuestra primera misión es crecer y conseguir una masa social que nos convierta en interlocutor válido para poder influir en este sentido. Y mientras recorremos este camino debemos dibujar en el horizonte el futuro de la Hispanidad.
David López Gómez
27 de noviembre de 2023
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Es crucial reconocer cómo a lo largo de generaciones, los gobiernos (y otras entidades) nos han ido separado poco a poco, incluso al punto, aquí en España, de repudiar nuestra historia (con sus luces y sombras). La unidad hispana no debe ser un proyecto político, debe ser un proyecto civil, aunque deberá llegar un día, que la sociedad exija a sus políticos la importancia de la unidad.