Desde mi adolescencia y durante mi infancia en la Guinea Española, iba a la escuela con jóvenes de diferentes países, entre ellos, de los fronterizos, Camerún y Gabón, ambos, francófonos, pero también habían jóvenes españoles que iban con nosotros a la misma escuela.
Había un gran fenómeno que registré y era que, en el recinto escolar, todos éramos alumnos que jugaban juntos, pero, una vez salido de la escuela, si te encontrabas con un chico español con sus padres, "SI TE VI, YA NO ME ACUERDO". Es desde allí que empecé a soñar con un mundo sin fronteras. Creo que en la actualidad, aquellos sueños se pueden materializar en nuestra familia Hispana. El primer paso está hecho.
Una de las piedras angulares para avanzar en éste proyecto sería, como ya se dijo, la homologación de los títulos y, sobre todo, comulgar el mismo sistema de enseñanza en todos los países hispanófonos/lusófonos; luchar para que nuestros países, independientemente de la ideología o sistema político que tenga cada uno de aquellos, respeten el derecho del ciudadano, que mejoren el nivel de vida de los ciudadanos en el sector sanitario, urbano, agrícola, educativo, laboral, etc. Esto permitiría que los ciudadanos de la Hispanidad puedan circular en el ámbito hispano sin prejuicios ni desventajas de uno o de otro; se podría, en éstas condiciones, organizar cursillos, excursiones y/o intercambios interculturales.
Una vez se hayan solidificado éstas premisas, crear un salvoconducto o una tarjeta de identidad hispánico que permita al ciudadano circular libremente durante 6 meses, sin necesidad de un visado, en el ámbito hispano. Para terminar, creo que podríamos lograr alguno de los puntos enunciados, si trabajamos con ahínco intentando involucrar a más gente en éste PGH.
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